Un útero computado donde me fabrican, puedo verme desde aquí, mi destino me habla. Y mi conciencia me dice que no debo nacer, que quedar dormido es mejor que llegar a un sitio, donde se infectará la pureza de respirar la sangre luminosa de una madre. Pero el vientre de una vida contaminada de máquinas y cables me llama… el doctor me mira azul en los monitores del consultorio del Palacio.
Hermoso saber que reiré y que lloraré. Hermoso saber que un virus perverso irá pudriendo poco a poco mi cerebro. Porque al ver el mundo tendré un deseo muy potente; el de ser todas las cosas.
Voy para sentir el universo. Para ser parte del amor y el odio y recibirlos, como una flor recibe el sol y las tormentas. Me espera un alguien para devorarme y consumirme. Alguien que se llama “mi vida”.
Yo me sumergiré en la droga maravillosa de un cuerpo. Veré los paisajes, los bosques, los soles. Caminaré tu silencio letal, lleno de temor. Tendré apetito cibernético: “me espero dormido en los brazos de una madre de pechos de plata”.
Un imperio de luz se asoma y le canta a esta gruta. El intrépido jinete, con su armadura de hierro, me llevará en su caballo hacia la orilla.
Ella estará allí, sentada, como una reina que tejió en sus faldas todas mis partes. Y yo desde aquí la beso, como un navío antes de partir, besa el agua.
Hermoso saber que reiré y que lloraré. Hermoso saber que un virus perverso irá pudriendo poco a poco mi cerebro. Porque al ver el mundo tendré un deseo muy potente; el de ser todas las cosas.
Voy para sentir el universo. Para ser parte del amor y el odio y recibirlos, como una flor recibe el sol y las tormentas. Me espera un alguien para devorarme y consumirme. Alguien que se llama “mi vida”.
Yo me sumergiré en la droga maravillosa de un cuerpo. Veré los paisajes, los bosques, los soles. Caminaré tu silencio letal, lleno de temor. Tendré apetito cibernético: “me espero dormido en los brazos de una madre de pechos de plata”.
Un imperio de luz se asoma y le canta a esta gruta. El intrépido jinete, con su armadura de hierro, me llevará en su caballo hacia la orilla.
Ella estará allí, sentada, como una reina que tejió en sus faldas todas mis partes. Y yo desde aquí la beso, como un navío antes de partir, besa el agua.
© Néstor Morosetti
Dibujos: Salvador Dalí, El Bosco, Max Ernst, De Chirico, Miró, Ana Lindner y Horatius 001
2 comentarios:
Fabuloso Néstor, tu hermano espiritual, JUAN PABLO PERALTA
chapeaux...
sin palabras...
aporto con mi presencia tratando de no caer en la banalidad
saludos...
Publicar un comentario